sábado, 7 de marzo de 2015

Rutas establecidas por las colonizaciones

Rutas españolas
Las expediciones más importantes fueron las que tuvieron lugar en la denominada Era de los Descubrimientos (siglos XV y XVI), vinculadas a la expansión del Imperio español. En esa época Cristóbal Colón cruzó el Atlántico y descubrió América (1492), Vasco Núñez de Balboa cruzó el istmo de Panamá y descubrió el Océano Pacífico (1513), Fernando de Magallanes cruzó por primera vez el Pacífico y descubrió Guam y las Filipinas (1521). La expedición de Magallanes la completó Juan Sebastian Elcano, convirtiéndose en la primera vuelta al mundo de la historia (1519-1522). Durante el siglo XVI y principios del XVII, la actividad exploratoria de navegantes españoles en el Pacífico fue enorme. En 1545 Yñigo Ortiz de Retez llegó a Nueva Guinea y la bautizó con ese nombre por la similitud del aspecto de sus nativos con los de Guinea en África. Diferentes expediciones llegaron a las Islas Marianas, a las Carolinas, y las Palaos, que se integraron en la Capitanía General de Filipinas. En 1565 Miguel López de Legazpi fundó el primer asentamiento español del Pacífico, en Cebú (Filipinas) y el navegante Andrés de Urdaneta descubrió el tornaviaje, la ruta de regreso de Asia a América. Con ello se estableció una ruta transpacífica conocida como el Galeón de Manila que funcionó durante dos siglos y medio, uniendo los puertos de Acapulco y Manila, desde 1565 hasta 1815. En 1568 el navegante Álvaro de Mendaña descubrió las Islas Tuvalu y las Islas Salomón, y en una segunda expedición en 1595 descubrió las Islas Marquesas. En 1606, la expedición española de Quirós descubrió las Islas Pitcairn, las Nuevas Hebridas (hoy Vanuatu) y visitó las Salomón. Quirós desembarcó en la isla principal de las Nuevas Hebridas bautizándola La Austrialia del Espíritu Santo, pensando que había llegado a la Terra Australis, el continente australiano.
A mediados del siglo XVI se habían establecido tres grandes rutas marítimas que conectaron Europa con América: la de las Indias, la de Centroamérica y la de América del Sur. En el siglo XVIII se incrementó el desenvolvimiento de estas rutas y, de manera paralela el de los puertos que con ello se beneficiaron.
Aumentó el tráfico con las Antillas, sobre todo el del azúcar, y se dirigió a Nantes y a Burdeos.


Un trascendental suceso para el desarrollo de las rutas marítimas a nivel mundial fue el descubrimiento del oro, primero en California en 1848, y luego en Australia en 1851. Esto trajo el establecimiento de dos nuevas líneas marítimas.
Aquellos que llegaban primero a tan alejados parajes eran quienes sacaban mejor provecho de sus cargamentos. Así, los veleros del tipo de los "clippers" hicieron verdaderas competencias de velocidad. Los astilleros de Nueva York y de Boston botaron los veleros considerados como los más hermosos y rápidos de todos los tiempos.
Entre Europa y Chile se estableció una ruta marítima, merced al descubrimiento del poder fertilizante de los nitratos o salitre, de los que contaban con inmensos yacimientos las provincias chilenas del norte.
Portugal se apropió de la mayor parte de la franja costera atlántica de la parte norte de América del Sur, que más tarde originaría el Estado de Brasil. Inglaterra estableció trece colonias en la franja costera atlántica norteamericana, además de en algunas islas caribeñas. Francia ocupó la actual Guayana Francesa en Sudamérica (aún bajo su dominio), Luisiana en el Golfo de México, algunas islas del Caribe, y la región canadiense de Quebec. Holanda estableció colonias en Norteamérica (Nueva Ámsterdam que luego sería Nueva York), norte de América del Sur (Guyana holandesa hoy Surinam) y algunos asentamientos en islas caribeñas (Antillas Neerlandesas y Aruba).

La llegada de Colón a América causó también una gran expansión de la navegación y el comercio entre pueblos que se volvió mundial.


Rutas portuguesas
El auge de la colonización portuguesa en América comenzó motivada por razones económicas y estratégicas. Por un lado las económicas a causa de la merma en las ganancias en el comercio con el Oriente y las posibilidades mercantiles del árbol de Brasil, de cuya corteza se producía un tinte rojo usado para teñir textiles. Por el otro estratégicas, por el temor a una invasión española o francesa a su territorio.
En 1530, la corona portuguesa expulsó a los franceses que rondaban las costas de Brasil, ya que eran tierras que pertenecían a Portugal desde 1500.
En 1533, el rey de Portugal, dividió el territorio de Brasil en 15 franjas o capitanías, de 150 millas de ancho cada una, lo que influyó en el carácter privado de la colonización portuguesa. Estas capitanías fueron repartidas u otorgadas a nobles portugueses de forma vitalicia y hereditaria a fin de obtener el mayor rendimiento con el mínimo de costos para la metrópoli. Los nobles que recibieron las mismas se comprometieron a evangelizar a los aborígenes, reclutar colonos, y a desarrollar económicamente la capitanía.
Durante 19 años la administración de las capitanías estuvo a cargo de los nobles, pero, en 1549, el rey nombró un gobernador general o "Capitán mayor" representante del rey que administraría toda la colonia. El propósito de este gobierno era que el rey de Portugal gobernara a Brasil con el asesoramiento del Consejo Ultramarino, además de unificar el gobierno colonial. Sin embargo, aunque se pretendió quitar poderes a los capitanes generales, realmente continuaron dominando la colonia. Ellos, perdieron solamente facultades políticas pero mantuvieron sus privilegios económicos y continuaron con la esclavitud indígena. Aun así, los indígenas no fueron suficientes para la mano de obra por lo que recurrieron al uso de esclavos africanos a partir de 1530.
La ruta del Cabo es la vía de navegación marítima entre Occidente y el Oriente que pasa frente al cabo de Buena Esperanza, el extremo meridional de África. El establecimiento de la ruta del Cabo fue resultado de la experiencia y la ciencia náutica de los portugueses en el océano Atlántico. Quién la recorrió por vez primera fue Vasco da Gama, que demostró que era posible llegar a la India por mar, alcanzando a Calicut en 1498. Fue la realización de un antiguo sueño de la Corona portuguesa: el contacto entre Oriente y Occidente ya no dependía de la ruta de la Seda y prometía una renta enorme.

Desde su descubrimiento, la ruta del Cabo fue dominada por los portugueses, habiendo ser llevado a cabo, desde 1498 a 1635, 917 partidas de flotas desde el río Tajo. Durante más de ochenta años, las llamadas armadas de la India y las naves especieras pudieron circular a través de la ruta del Cabo, haciendo la llamada carrera de la India, sin sentir ninguna amenaza; sólo al regreso, entrando ya en aguas de las islas Azores, la etapa final de la ruta, podían ser atacados por piratas o corsarios franceses e ingleses.
La importancia comercial y política de la ruta del Cabo fue enorme, enlazando directamente las regiones productoras del océano Índico con sus mercados en Europa, siendo el comercio de especias un motor importante de la economía mundial desde finales de la Edad Media hasta los tiempos modernos. Las tentativas francesas, como la de Jean Parmentier, que viajó hasta Sumatra en 1529, no amenazaron de forma alguna el monopolio portugués, que sólo comenzó a peligrar en el siglo XVII, cuando los neerlandeses y británicos pasaron de hecho a inspirar recelos.

Rutas francesas
Los procesos de colonización francesa se iniciaron a principios del siglo XVII, siendo la primera colonia viable la de Quebec en 1608, fundada por Samuel de Champlain. Durante el siglo anterior, los franceses habían intentado infructuosamente posesionarse en territorio norteamericano y, a pesar de las dificultades, durante el siglo XVI los barcos pesqueros franceses visitaban con regularidad la costa atlántica del norte del continente. Esto venía motivado principalmente por la demanda de pieles en los mercados europeos y, por ello, los comerciantes franceses iniciaron un lucrativo negocio con los aborígenes.
A principios del siglo XVII, Francia fundó puestos comerciales en Nueva Escocia, Annapolis y Quebec (primera colonia francesa, fundada como parte de una factoría peletera) en la actual Canadá y no dudó en apoyar a sus aliados comerciales, los hurones, en sus guerras con otros pueblos indígenas del este de Norteamérica. Otra colonia francesa fue fundada en Montreal, desde donde comenzó la exploración de la zona de los Grandes Lagos y del río Misisipi.
A diferencia de los primeros colonos ingleses, que se quedaron en las costas y utilizaron intermediarios para comerciar con los indígenas, los franceses se adentraron en los bosques con la intención de ampliar las fronteras comerciales y religiosas con los nativos. Por ello, para la primera mitad del siglo XVIII había establecimientos franceses en Detroit, Niágara, Illinois y Nueva Orleans. Estos puestos le proporcionaron a Francia el control de un territorio que se extendía desde Canadá hasta Luisiana.
El gobierno francés también fomento el establecimiento de colonias en el Caribe: en el transcurso del siglo XVII, conquistó las islas de Saint Christopher, Saint Croix, San Bartolomé, Grenada, San Martín, Tortuga, Marie Galánte y la parte oeste de La Española que se llamó Saint Domingue (Haití).
La importancia de las colonias francesas fue básicamente económica y militar. Se encontraban cerca de las principales rutas de navegación españolas, lo que permitía interceptar sus barcos y establecer comercio. Las islas francesas tenían una economía basada en la producción y exportación de azúcar, algodón, cacao y tabaco. Por otro lado la mano de obra esclava también generaba grandes ganancias. Eventualmente las colonias francesas tuvieron mayor población esclava negra que población libre blanca, uno de los factores que favorecieron su prosperidad económica.

Rutas británicas
Después de la llegada del explorador Juan Cabot (John Cabot) a la península de Labrador, en 1497, la corona inglesa llevó otra expedición encabezada por Sir Walter Raleigh, quien intentó establecer colonias en la llanura oriental en América del norte y fundó fugazmente Virginia, en 1585, en homenaje a la reina Isabel. Aunque la primera colonia o población viable inglesa en América fue la fundación en Virginia de Jamestown, el 14 de mayo de 1607, en ese día, el capitán Edward Maria Wingfield, elegido presidente del Consejo de Gobierno el día anterior, escogió una sección de la isla Jamestown en el río James, unas 40 millas (67 kilómetros) tierra adentro de la costa del Océano Atlántico (fuera de vista de los españoles), como un buen lugar para un asentamiento fortificado.
Las Trece Colonias, un puñado de pueblos fundados por oleadas de inmigrantes ingleses entre los siglos XVII y XVIII, no poseían los rasgos del rígido sistema feudal europeo. Las colonias del noreste, estaban formadas inicialmente por puritanos que fundaron Massachusetts. En las colonias del sureste (Virginia, Carolina y Georgia), donde la población estaba compuesta por grandes y pequeños propietarios y esclavos, se había organizado un sistema de esclavitud, según el que unos 500.000 esclavos negros explotaban plantaciones de tabaco, algodón y azúcar.



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