Las rutas marítimas siguieron
desarrollándose; las más antiguas son las que se establecieron en el
Mediterráneo y sirvieron para llevar hasta Grecia los cereales que ésta
necesitaba para su alimentación. Después se abrieron las que partiendo de este
mar cerrado conectaron con las costas atlánticas. Los cartagineses fueron quizá
los primeros en atravesar las "columnas de Hércules", el hoy llamado
Estrecho de Gibraltar, para comerciar con Iberia.
Una de las primeras y más
célebres de estas rutas marítimas fue la que permitió a los portugueses llegar
hasta las Indias, doblando el Cabo de Buena Esperanza. Ésta se amplió
posteriormente al extenderse a la China y al Japón, en el Extremo Oriente, y
fue establecida como consecuencia de la desaparición de una ruta terrestre, la
llamada "Ruta de las especias".
Posteriormente y
movidos por el mismo empeño, otros navegantes, entre ellos Cristóbal Colón y sus
seguidores, descubrieron el continente americano. Lógicamente, portugueses y
españoles trataron de ser los únicos en aprovecharse de sus descubrimientos, y
así establecieron un monopolio para la importación de las riquezas de sus
colonias, y la exportación a éstas de todo cuanto necesitaban para su
desarrollo económico; para lograrlo formaron las famosas "Flotas de
oro" que partían rumbo a la América Central cada dos años; de esta manera
trazaron una ruta que se hizo clásica y así el oro y la plata de México y Perú
llegaron a España.
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